jueves, 23 de diciembre de 2010

Transformación.

Segundo Capítulo:


La tormenta había durado casi cuatro horas. Se había detenido aproximadamente a las dos de la mañana, cuando Alice se despertó de golpe, asustada por sus síntomas, su cuerpo ardía, como si estuviera en un horno a la mayor temperatura. Su respiración empezaba a agitarse, sus ojos empezaban a derramar lágrimas de dolor y cuando no puedo más echo un chillido feroz, sus padres, alarmados, entraron a la habitación de su hija, su padre con un bate en manos como arma de defensa y su madre con un zapato. El corazón de Alice latía con menos frecuencia de lo normal… El dolor provocado en su cuerpo hizo no que resistiera mucho.


Sus preocupados padres llamaron a emergencias, creían que estaban tomando mal el pulso, o eso ellos querían pensar… Porque no deseaban que por su mente pasara que su hija menor había muerto. Por otro lado, en el cuarto de Simón, su garganta ardía también, la sed que tenia hacia que se desesperara. Rodeaba su garganta con su enorme mano, clavándose las uñas. El ardor se esparcía, bajaba por su pecho e invadía por completo su cuerpo. Escuchaba, en la habitación de al lado, a sus padres, desesperados por que la ambulancia llegara… Como pudo se levanto de su cama y fue hacia la habitación de su hermana.

-¿papá?- dijo en voz quebrada.

-¡Simón!- exclamó el padre de los hermanos.- tu… tu hermana no respira… -repetía el preocupado padre.

-¿No respira?... –sus ojos se abrieron de par en par- ¡No puede ser!... No, ¿Qué quieres decir? –Se lanzo a un lado de la cama de su hermana- ¡Maldición! ¿¡Llamaron a una ambulancia!?- tomo la pequeña mano de su hermana, pero al instante una pequeña descarga eléctrica los separó. Simón miro su mano, extrañado por la reacción. El tacto con la mano de su hermana le repugnaba de extraña manera, como si sus pieles no se llevaran bien.

-Hace veinte minutos que llamé a la ambulancia- contesto su angustiado padre, consolando en sus brazos a su destrozada esposa.

La ambulancia llego luego de diez minutos, la tormenta había causado grandes desastres en la ciudad, árboles caídos, calles inundadas, trafico.

Se llevaron rápidamente a Alice, se creía que había una esperanza, aunque sus pulsaciones eran débiles, podían hacer algo. Simón aun se sentía extraño, había olvidado su sed, pero luego volvió. Necesitaba tomar algo, satisfacer esa extraña sed que le había quitado el sueño. No sabia a donde ir en aquel hospital, su nariz percataba un olor, un olor que le pareció exquisito… Lo siguió, hasta llegar a una habitación con un hombre acostado en su cama. Trago forzosamente saliva y entro al deprimente cuarto, donde al final, a un lado de la cama había una bolsa de sangre. Su mente empezaba a formular preguntas que aun no tenían la respuesta, tenia respuestas, pero no eran lógicas a la situación: ¿Qué hacia mirando una bolsa de sangre A+? ¿Por qué sentía esa necesidad de robarla como si fuera una bolsa de dinero? ¿Por qué sentía que si tomaba aquella bolsa esa extraña sed se iría? … ¿Por qué le apetecía esa sangre? Miró hacia atrás, percatándose de que ninguna enfermera entrara. Fue bajando del gancho la pequeña bolsa transparente que dejaba contemplar la sangre, cuando el paciente despertó.

-¡Hey! ¿Qué haces?- le susurro.

Simón no supo que hacer más que brincar a su cuello y morderlo. Extraña forma de reaccionar, pero nada de esa noche era normal. Sus dientes afilados succionaban la sangre del cuello del hombre. Su boca, su cuello, y su rostro estaban llenos de sangre, por todas partes había sangre, hasta en sus manos. Tomó rápidamente una toalla que yacía a un lado de la puerta, se limpio en ella lo más que pudo y salió corriendo a una gran velocidad.




Esa noche era luna llena, ¿conocen la leyenda cierto? Los hombres lobo salen en luna llena. Esta era la primera noche de hombre lobo de Walter. Su transformación fue menos dolorosa que la de Alice o Simón. Él sabia de las cosas que estaban pasando en el edificio que cayó la tarde de ayer. Había estado leyendo los proyectos que los compañeros de su padre tenían, podría decirse que él sabia que hacer, como actuar y que pensar. Por más anormal que parezca, él sabía de los síntomas y transformaciones que esta formula tenía.

Las enormes patas de Walter corrían a gran velocidad por el techo de los edificios, saltando cada edificio sin dejar que lo vieran.

Las rosas del jardín de la alcaldía las habían arreglado en la mañana, pues la ceremonia de aniversario se acercaba. No duró ni 10 minutos cuando ya todas las rosas estaban fuera de lugar y la tierra estuviera toda destruida.



El castigo que les habían puesto a los "mal portados" era: adornar el colegio COMPLETO para la ceremonia de aniversario, que de alguna forma, para el director, era el castigo perfecto, ya que era Sábado.


Solo había llegado Damon, pues había sido despertado por las quejas de su pequeño perro Sami. Le había estado regañando porque su plato no tenía comida y porque su cama estaba sucia. ¿Cómo lo sabia? El perro se lo había dicho, con palabras. ¿Cómo le entendía? Se podría decir que la capacidad que le fue otorgada a Damon era comunicarse con animales, ¿Cómo un tipo tan rudo y macho como Damon le había tocado este dote? Todos tienen sus enseñanzas, por más extrañas que sean.

En realidad, los seis habían tenido experiencias fuera de lo normal. Natalia, la más pequeña, había quemado la casa de su padrastro, con el dentro. No lograban llevarse bien, y esa noche la había hecho enojar, ella tiro la puerta de entrada y al mismo tiempo una flama enorme de su mano derecha, quemando todo el lugar.

Ambar, había soñando con su madre, no era nada extraño. Pero verla, y que le hablara si era de otro mundo. Era una costumbre para esta chica, levantarse temprano e ir al cementerio del pueblo a ver a su difunta madre. De la tumba, el espíritu de ella cobro vida y hablo con Ambar.

En conclusión todos habían tenido una noche diferente. La lluvia que les cayo se convino con sus sistemas nerviosos, haciendo cambios en ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario