Tercer Capítulo:
De la ventana de la habitación, se podía ver el sol entrar. Las sabanas blancas cubrían toda su cara, pues la luz la cegaba. Poco a poco fue quitándoselas y abriendo los ojos para ver donde estaba. Pálida habitación, con cortinas de mal gusto, de inmediato, Alice supo que se encontraba en el hospital. Se alarmó y se sentó en la cama, viendo a todos lados. Recordó lo que la noche pasada había sucedido, recordó aquel infernal dolor que recorría por su cuerpo, tanto fue que de sus ojos corrieron lagrimas. Había recordado que había muerto. No podía ser cierto, ella misma vio como sus padres lloraban a un lado de su cuerpo, ella vio como el doctor diagnosticaba que quizás tenían que empezar a hacer el papeleo de la funeraria, ella había presenciado todo eso, porque su alma había salió de su cuerpo. ¿Entonces que sucedía? ¿Qué fue lo que paso?
Se sentía extraña, se sentía viva pero de extraña manera. Sentía como recorría una fuerza por su cuerpo, un impulso. Bajo de su cama, y se encamino al pasillo. Vio a ambos lados, aun no llegaban las enfermeras del día, solo se encontraba la recepcionista y un par de doctores caminando por ahí, sin contar al guardia que dormía en su silla.
-¿Alice?- dijo alguien tras sus espaldas.
Ella salto del susto.
-¿Quién es usted?- Pregunto la asustada chica.
-Soy Brandom Hiler.- Sonrió el sujeto.
-¿Qué quiere?
-Entra, por favor- le pide cortésmente
-¿Qué es lo que quiere?- volvió a preguntar
-Te explicare.
La chica y el sujeto entran a la habitación para que este le lograra explicara lo que estaba sucediéndole.
-Mi nombre es Brandom Hiler- se presento de nuevo- Y viene aquí porque necesitas saber lo que te sucede.
-¿Qué quiere decir?- se sienta Alice en su camilla
-¿Te sientes extraña?
-Sí, viva, pero… Extraña.-le explico Alice
-Sé las razones de esa sensación. Conozco a tus padres, ellos trabajaron conmigo en el proyecto de súper humanos, la cual debes saber que no salió nada bien- se sentó a un lado de ella- Luego de la explosión del edificio, un rayo se disparo al cielo, la cual provoco un tormenta.
-Sí, recuerdo que mi hermano y yo nos mojamos-
-¿tu hermano también?
-Sí, él venía riéndose porque mi cabello se había arruinado.
-Esa lluvia no era lluvia, era la fórmula del proyecto que se dispersó por la ciudad- dijo de forma seria- Hasta ahora tú y tu hermano son los únicos que he detectado. Mi rastreador capta nuevas formas, pero no logro saber de donde provienen.
-Pero… ¿Por qué a mí?-le pregunto muy angustiada-
-Debiste estar expuesta cuando todo ocurrió, al igual que tu hermano-
El ADN alterado liberaba una pequeña aura que Brandom lograba reconocer. Además de Alice, otros chicos más, sin mencionar de la cantidad de ciudadanos que pudieron haber estado también. Pero era imposible captar a todos los contagiados.
Pero había algo que inquietaba a Brandom, el aura de Alice era extremadamente fuerte, al igual de las otras cuatro que captaba. Como si a ellos la formula les hubiese afectado de una manera letal.
El mismo había estado buscando la solución a este problema, intentando crear una medicina para todo esto. Aunque la muerte de su mejor amigo le había afectado, y que sabía que ese proyecto era su sueño, necesitaba terminar con todo este problema, había desarrollado una teoría, además de que todas esas capacidades hacia un daño increíble en el humano, podría llegar a la locura total, desesperación. No podía dejar que la humanidad estuviera expuesta a esta enfermedad, porque para Brandom Hiler, esto era considerado una enfermedad, un ansia de poder, de ser el mejor, ya que, estas capacidades cada vez se hacían más fuertes, haciendo a unos inferiores a otros. No quería que su reputación, ni la de su amigo fuera manchada y arruinada.
-Entonces… Lo que tengo, ¿es para siempre?- preguntaba Alice, perdida en una esquina de la habitación- ¿Qué soy entonces?
-No, querida. No te quedarías asi por toda la enterni…- se detuvo.
-¿qué? ¿Qué sucede?- dirigió su mirada al concentrado científico que la acompañaba esa mañana.
-La enternidad…- volvió su mirada a la chica.
-¿Qué sucede con eso?
-Si no encuentro la solución, podrías quedarte de dieciocho años, para siempre…
-¡¿Qué?! ¿Qué acaso la inmortalidad no es imposible? Es solo una ideología ireal- se levanto de su camilla automáticamente, caminando de un lado a otro.
-Cristobal se dedico a buscar la forma de hacerse inmortal, infectándolo a la formula general, esto produjo que todo explotara.
-Espere un segundo, ¿quiere decir que puedo explotar?
-¡No! Hasta ahora todo está muy bien contigo. Lo que podría hacer es realizarte una serie de pruebas.
-No lo conozco y ¿quiere hacerme pruebas? ¡Por favor! ¿y si esta haciéndose pasar por un inpostor? ¿Cómo se que todo esto es real?
-Querida, calmate. Soy amigo de tus padres. Yo fui el que me hice cargo de ti, te cuide toda la noche. Ellos me conocen-le agarro los brazos- Ahora solo tienes que calmarte... -Metio su mano derecha en el bolsillo de su bata de laboratorio. De ahí, saco una pequeña jeringa.
-¡¿que demonios me va a hacer?!- Alice retrocedio
-Solo necesito una muestra de sangre, es todo- dijo calmado.
Por alguna razón, Alice sentia la energia de Brandom; se sentia calmado, tranquilo, sin ningun tipo de problemas. Esto hiso que Alice se tranquilizara y le dejara sacar la prueba de sangre.
Simón, no lograba cerrar los ojos para dormir un poco. Por debajo de sus ojos azules habían nacido dos bolsitas moradas. Por primera vez, en toda su vida, Simón tenia ojeras. No dejaba de mirar el cielo. Las últimas horas de la madrugada las había pasado en el techo del hospital, asustado por lo que había hecho con aquella bolsa de A+. Su conciencia le dolía en lo más profundo. No podía reconocerse, estaba en otro cuerpo.
En medio de sus pensamientos, se distrajo y escucho muy a lo lejos la voz de su hermana. Se levanto alarmado, el daba por muerta a su hermana menor. "¿Qué rayos pasa?" Fue lo primero que pensó. Bajo del techo a una velocidad que no lograba controlar. Pasando por los pasillos vacios llego a la habitación 302, donde su hermana estaba riendose con Brandom.
-¿Alice?- susurro Simón.
-¡Hola hermano!- le sonrió
-Estas bien- una sonrisa involuntaria se mostró en su rostro.
Ambar, luego de salir del cementerio, se fue directo a la escuela, donde sus compañeros deberían estar esperándola. Todo el recorrido fue analizando lo que le había pasado ¿era un sueño lo que había vivido en aquel cementerio deprimente? ¿Acaso en verdad logro hablar con ella?
La escuela estaba vacía como de costumbre un sábado. Entro por la parte trasera y se encontro con el único que había llegado... Damon Mansen.
-Asco... -Susurró Ambar.
-Buen día-le dijo él seguido de una sonrisa.
-¿Donde estan los demás?-
-Buen día para tí también Damon-
-Como sea... ¿Donde esta Alice?-
-Hace dos horas que la estoy llamando y no me atiende, tampoco Walter y mucho menos Natalia...
-Simón me mando un mensaje, dijo que no iba a venir.
-¿Acaso tengo que hacer todo yo? ¡Claro! Hoy justo que Damon se siente perfecto faltemos todos- dijo en sarcasmo-
-Estoy aqui... -
La miro por dos segundo y volvio a lo que hacia.
-"Deja de ser tan amargado"- Escucho
-¿Amargado yo? -se volvio a Ambar para gritarle.
-¿De que hablas?-se le quedo mirando.
Se calló por tres segundo.
-Olvidalo-
-"Estoy aqui..."-Dijo un pequeño pajaro en la ventana del salón en donde se encontraban.
-¿Qué diablos? -Miró el pajaro de par en par- Debo estar enloqueciendo.
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