lunes, 6 de diciembre de 2010

la tormenta.

Primer Capítulo:


El laboratorio se encontraba lleno de los mejores científicos de la ciudad. Habían estado planeando un escuadrón de súper personas con capacidades súper dotadas como: la súper fuerza, súper velocidad y con sus seis sentidos mucho más desarrollados. Las pruebas empezarían esa misma tarde, había un montón de personas aspirando por aquel proyecto que estaba merodeando desde hace un tiempo por la ciudad.

-Bien, cientos de personas han pagado millones de dólares por esto- decía entusiasmado Bouchert.- así que les propondré algo, chicos.

-¿Qué cosa Cristóbal? – le preguntaron sus compañeros.

-Este proyecto está constatado por muchas capacidades, ¿correcto?- se encaminó a la computadora central.

-Si- respondieron.

-¿Qué les parece agregarle la inmortalidad?- sonreía el inspirado científico.

Todos sus compañeros se miraron, considerando la posible idea. Héctor Gilmort, el jefe de aquellos científicos, pensaba en aceptar la propuesta hecho por Bouchert. Pero antes, Brandom Hiler intervino…

-Discúlpenme, colegas- anunció Hiler- Si me permiten, quisiera primero dar mi opinión.

-Adelante- le concedió Gilmort.

-Agregar la inmortalidad a la formula de súper capacidad ya seria sobre recargar a la capacidad normal de un ser humano.

-Brandom- se sorprendió su fiel amigo Cristóbal- para esto es que creamos esta formula, para fortalecer al ser humano.

-Lo que tarto de decirte, Cristóbal es que… -Se dirigió a un lado de su compañero- si inyectamos esta formula a una persona, en lugar de darle la vida eterna, le estaríamos quitando la vida de un solo alón… Vean. –Tomo un pequeño control y se encendió la pantalla más grande, del cual apareció la silueta de una persona, con los seis sentidos sobre salientes con colores.- Con la formula que hemos creado quitaríamos capacidad normal de un humano, es decir, esta formula quitaría la capacidad que un humano normal no tiene, ya que no estamos acostumbrados a tanto poder… Agregándole la inmortalidad estaríamos sobre cargando más a las personas.

-Entonces… ¿Usted esta en contra del proyecto?- pregunto interesado Gilmort.

-No, pues, desde luego estuve apoyando a mi buen amigo- palmeó el hombro de su amigo- Pero creo que esto ya ha llegado un poco lejos, y considerando que solo pocas personas obtendrán estas capacidades el resto del pueblo se sentirá discriminado y querrán revelarse.

-Brandom…- Susurro Cristóbal- ¿Qué estas haciendo?

-Lo siento hermano, pero es un enorme riesgo para el país- bajo la cabeza.

-¡Sabes que este es mi sueño!

-¡Lo sé perfectamente! Pero si tenemos otra demanda más podríamos llegar a la cárcel por no tener los fondos para pagar la multa.

-¡Claro que sí!- Contestó rápidamente Bouchert- ¿Sabes cuantas personas han pagado por esto? ¡Cientos de ellos!

-Si, pero tienes que entender que no todos tendrán ese poder.

Su amigo lo quedó mirando, lo desconocía, no podía creer que su mejor amigo lo había traicionado.

La campana estaba por sonar, era viernes, todos morían por salir de la escuela. A la última hora habían estado planeando que al sonar la campana papeles volarían por encima del edificio, provocando un gran escándalo.

-Recuerden llamar a los que culparemos- decía uno de los delincuentes.

-¿Sabes quienes son?- pregunto un segundo.

-Walter Kindman, Alice y Simón Richardson, Ambar Lound, Natalia Da Silva y Damon Mansen.

-Perfecto, quedan 40 minutos… Apresúrense.- ordenó.

Los tres chicos dieron inicio a su plan, pero las preguntas empezaron a crearse… ¿Qué sucedía con estos chicos? ¿Por qué contra aquellos mencionados? Ni siquiera se conocían, la mayoría de ellos estudiaban en años diferentes.

La llamada fue realizada para los que estaban en la mira.

Fueron convocados en el salón de próceres donde una persona los estaría esperando. Los primeros en llegar fueron los hermanos Richardson, seguidos por Ambar y los demás.

-¿Alguien sabe por qué nos llamaron?- pregunto Simón

Solo se limitaron a negar con la cabeza.

Pasaron dos minutos cuando un pequeño trozo de papel cayo en los pies de Natalia, diciendo: “Les pedimos que suban a la azotea” Lo leyó en voz alta, todos se miraron con la misma intriga.

Todos subieron. Su sorpresa fue tal, que Simón se echó a reír.

-¿Qué demonios sucede?- pregunto Walter- ¿Tommy? ¿Qué rayos estas haciendo?

Tommy; el líder de este plan, era conocido por Walter. En el suelo, se encontraban cuatro mochilas repletas de papeles.

-¿Para esto nos llamaron?- reclamaba Damon, furioso por haberlo sacado de sus clases de deporte.

-Justamente a las tres y cuarenta el timbre sonará y estos papeles saldrán volando, el director los verá y los castigará –echó un intento de risa malvada.

-¿Y qué tenemos que ver nosotros?- pregunto de nuevo Damon.

-Verán… -caminó hacia la puerta de salida- sus padres y madres han estado invirtiendo dinero por un estúpido proyecto que mi padre ha estado planeando…

-¿Qué tiene que ver eso con esto?- pregunto Ambar.

-¡Ese plan es un fracaso! Mi padre ha estado comportándose de manera muy extraña desde que tengo uso de razón…

-Entiendo por lo que estas pasando Tommy… -Dijo Walter- pero esto no resolverá nada. No comprendo por qué quieres culparnos de algo que no tiene sentido, como lanzar papeles.

-¡Silencio! No solo lanzare simples papeles, si no, papeles con fuego- de su bolsillo trasero saco un encendedor. Los chicos se alarmaron, ahora si era un asunto grave, no solo por los papeles, si no que el chico, Tommy, no estaba bien de la cabeza.

Aun las relaciones no cuadraban de ningún modo, Tommy tenia resentimiento por los padres de los chicos por estar pagando cientos de dólares por el proyecto que tanta gente quería.

Los científicos seguían discutiendo, muchos estaban de acuerdo con Hiler, pero la otra parte estaba del lado de Bouchert.

Gilmort aun no se desidia si aceptar la idea de la vida eterna, pero a la vez estaría alterando el ciclo de la vida, sin mencionar lo que Hiler había dicho.

Bouchert se hartó de debatir y se propuso, aunque nadie quisiera, agregarle la formula de la vida eterna.

Lucharon con el, intentándolo hacerlo recapacitar, ya era tarde… Bouchert abrió la cámara de transformación e introdujo en ella lo que el llama “Ayuda contra la muerte” era la unión de cientos y cientos de pequeñas moléculas que formaban un líquido. La máquina reacciono rápidamente a la formula desconocida, empezando a sobre cargarse de información.

Los chicos se encontraban en la dirección del Director principal, los habían encontrado bajando por las escaleras de la azotea, clara pista de que ellos fueron los culpables.

-¿Fuego? ¿Es en serio?- decía el directos, caminando de un lado a otro.

-Pero señor…- Intervino Alice.

-Déjeme terminar- levanto su dedo índice como señal de que hiciera silencio.-… ¿Entienden que alguien pudo salir herido?

-Tiene que creernos, nosotros no fuimos.- Intervino Walter

-¿Señor Kindman?- se volvió para mirarlo.- me sorprende que usted este en esta clase de cosas. A su padre no le gustará esto.

-El sí me creería.

-¡Tengan claro esto jóvenes!- colocó sus manos con fuerza contra su escritorio haciendo un fuerte ruido de enojo- nadie se ha salvado de mis castigos, sin excepción alguna, cada uno merece un castigo ¿Me entienden?

Los seis chicos no sentían ni un poco de miedo, aunque fuera su primera vez en aquella rara oficina. Sabían que el Director Hollister era el director más tonto de la ciudad, el cree que nadie se le escapa, pero la verdad es que no se da cuenta cuando evitan los castigos.

El transformador estaba por explotar, las personas evacuaron con rapidez el edifico. Bouchert no podía creerlo, su proyecto estaba por deshacerse.

-¡Cristóbal!- gritaba Brandom- ¡Salgamos de aquí!

-¡¡No!!- No puedo dejar que esto explote- oprimía botones para detener la maquina.

-¡Vámonos!- lo tomo del brazo y lo aló.

-¡Te he dicho que no!- Se soltó bruscamente.

-No quiero perderte, eres mi hermano…

-Lo siento- de los ojos azules de Cristóbal salían lagrimas- Pero si esto explota, también yo. Es mi sueño y si va a morir, moriré con el ¡Vete tu! ¡Sálvate!

-No puedo dejarte

Bouchert no quería dejar morir su sueño que empezó hace diez y seis años… Le pidió a Brandom que por favor cuidara a su hijo, Tommy. Y que le dijera que sentía no haber sido un buen padre.

Brandom salió a tiempo del edificio, todos sus amigos preguntaron por Cristóbal, Hiler no sabia que decir… Estaba por perder a su mejor amigo.

De la zona más alta de aquel edificio explotó un rayo que se dirigió a las nubes, provocando que en ellas se formara una tormenta que en pocos minutos caería sobre la ciudad.

Todos estaban refugiados, porque habían notado la magnitud de la tormenta que se acercaba, todos menos los seis chicos que salían de su escuela a tardes horas.

Aquellas grandes gotas empezaron a caer a toda velocidad del cielo, estrellándose contra los cuerpos de los chicos que se encaminaban a sus respectivas casas.

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